martes, 5 de enero de 2021

TIEMPOS NUEVOS

Para poder cambiar el destino lo primero que tenemos que hacer es rejuvenecernos, pero rejuvenecernos no por fueraeso es un problema de células epiteliales, de cabellos más o menos grises o más o menos ralos, sino por dentro, ser capaces de hacer fecundar nuestros sueños, de arar aun en la tierra de nuestros fracasos para que surjan los árboles nuevos, los verdes retoños de la esperanza.


fotografía de: carlosandrescruz.com
 

Pero, ¿cómo se cambia por dentro, cómo podemos entrar en esa nueva dimensión? ¿Dónde está la máquina del tiempo, ese doctor incógnito que nos va a permitir penetrar por un lado envejecidos, cansados, hastiados de la vida, con nuestras esperanzas rotas, o simplemente acomodados al mundo en el cual estamos, y salir por el otro lado como una especie de guerrero vikingo portando un hacha de fuego o como alguien que quiere conquistar el horizonte, o como una dama con sus baladas, con sus cantos, con sus hermosos peplos al viento , el viento que viene desde lejos? ¿Dónde está esa máquina del tiempo? ¿Cómo hacemos para introducirnos en ella de una manera y salir de otra?

Esas máquinas del tiempo no es nada mecánico, no es un ingenio tecnológico, ni nos lo van a vender miniaturizado los japoneses. Eso es algo que está dentro de nuestras propias conciencias, de nuestra propia fuerza, dentro de una forma nueva de hablar, de oír y de expresarse.

Para el mundo que viene, para este tiempo nuevo, hace falta cambiar muchas cosas profundamente, porque éstas que hoy tenemos nos han traído desgracias, temor, pobreza, desilusión, violencia, desconfianza, desamor. 

Estamos comprometidos con las pequeñas cosas, nuestro grave problema es que a veces nos olvidamos de comprometernos con las grandes, con aquellas que mueven la historia, con las que desarrollan nuestros poderes internos y nos permiten ser diferentes a lo que somos.

¿Qué hace falta para entrar en los tiempos nuevos? ¿Cómo se hace para penetrar en la máquina del tiempo? Primeramente, para poder llegar a un lugar hace falta salir de donde uno está.  Lo primero que hay que hacer para vivir el tiempo nuevo es dejar de vivir definitivamente el tiempo viejo. Es una actitud mental, si nos hemos propuesto cortar, cortamos y comenzamos una nueva forma de vida.  No es algo exterior, es algo interior, más importante.  Los actuales historiadores y sociólogos piensan y casi están seguros de que a Cristo no le reconocía la gente cuando pasaba por la calle ni tampoco a Buda, porque tenían un halo esplendente sobre la cabeza, como nos lo muestran en las representaciones, ni volaban los ángeles sobre sus espaldas, sino que eran hombres como nosotros, pero que tenían un mensaje, una fuerza espiritual que iba a cambiar la historia totalmente. Ellos fueron hombres, totalmente hombres, inmensamente hombres, profundamente hombres, comprometidos con su empresa y con su sueño. De ahí que no se trata de un cambio exterior, sino interior, un cambio en nuestras costumbres y en nuestra forma de ser.

Fotografíascarlosandrescruz.com 

Ante todo esto reaccionamos y nos elevamos, se nos ocurren ideas, podemos hablarlas, escribirlas, hay que atreverse a hacerlo.  ¿Por qué no escribe más gente espiritualista sobre los problemas necesarios?, ¿por qué más gente espiritualista no se preocupa en poder llenar los espacios de la radio, en tener contactos que permitan que estas palabras no solamente lleguen a doscientas o trescientas personas, sino que puedan llegar a millones de personas a través de medios como la televisión? Hace falta tener nuestra propia literatura, nuestros propios libros que hablen sobre nuestros temas, nuestros viejos libros de Platón, Confucio, el Bhagavad Gita o nuestra revista que editamos.

Además, debemos entender que somos una parte del cosmos, somos un microcosmos, que nuestro egoísmo no nos haga sentir separados de los demás, estamos insertados en el cosmos, somos hermanos entre nosotros y somos hermanos mayores de los animales y hermanos menores de los dioses. Sentir que todo el cosmos está comunicado. Tenemos que lograr también un cambio no solamente en nuestras lecturas, sino también en lo que escribimos, debemos llegar a otra forma de medicina y de salud, volver de nuevo a aquellos viejos cánones que conocían del hombre no solamente la denominación y forma de los órganos físicos, sino también aquella parte sutil que los orientales llaman los chackras -fuerzas que recorren los distintos lugares del cuerpo-, los distintos cuerpos sutiles, saber cómo estamos hechos, cómo hemos reaccionado por una cosa o por otra, cuál ha sido la causa, qué se movió en mí; mi cuerpo físico, mi cuerpo emocional, mi cuerpo mental. Volver de nuevo a esas medicinas naturales que estuvieron prohibidas tanto tiempo, tal vez porque eran las más efectivas de todas, que son más baratas que las medicinas complejas pero que vuelven otra vez a normalizar en nosotros una serie de elementos que nos permiten convivir con el cosmos. Es difícil convivir con el cosmos, pero se puede hacer, se puede lograr. Si cuando veis un gran trozo de corteza de un árbol decís: ¡"Bah"!, esto es un trozo de árbol", no estáis conviviendo con el cosmos. Tenéis que ver ese tejido, esa textura hecha por manos invisibles, llamadle la naturaleza, la necesidad, los gnomos, llamadle lo que queráis, pero algo, una inteligencia, ha tejido esas cortezas de manera sutil, les ha dado brillo, les ha dado color, les ha dado textura; al descubrir la sabiduría de Dios en las plantas y en los animales nos redescubrimos también a nosotros mismos

Fotografíascarlosandrescruz.com 

Tenemos que llegar también a un nuevo concepto del arte, el verdadero arte, un arte profundo que nos embellezca, que nos permita estar frente a un cuadro donde estuviese pintado un río y casi sentir el agua que cae entre las piedras, los pájaros que cantan ente las frondas, volver a esa naturaleza esencial que reproduce el hombre con sus sentidos y que la cámara fotográfica no puede captar. Volver otra vez a una música que nos eleve verdaderamente, que nos produzca una emoción heroica  o una emoción espiritual, pero no simplemente que llene nuestros minutos o nuestras horas como una cortina de fondo de lo que hablamos, sino una música que nos ponga en contacto con otras esferas, con otro mundo, una música que nos vuelva a dar algo que todos hemos perdido un poco y que tenemos derecho a recuperar la dignidad.

Debemos tener criterios propios, asimilar qué es la realidad, la realidad es un cuadro, la realidad dentro de un paisaje, la de las músicas que llegan hasta nosotros, la de los vegetales y minerales que nos pueden curar, la realidad de todo aquello que está en conjunto con nosotros. El saber que los astros no son una bola de piedra que van por el cielo, sino que son realmente como encarnaciones de dioses, encarnados en piedra, sí, pero que tienen influencias sobre nosotros, es eso que llaman astrología. Si bien hay mucha mentira en todo eso y hay mucho invento, también hay algo de realidad, porque si vemos que un simple imán pequeñito puede crear un fenómeno, esos grandes imanes celestes que dan vueltas en el cosmos pueden crear fenómenos más grandes. Debemos recrear en nosotros toda esa serie de actitudes y de fuerzas.

Este mundo nuevo y este tiempo nuevo nos lleva a una nueva concepción. ser de nuevo damas y caballeros, tener nuevamente fe en Dios, en la patria, en los amigos. 

Debemos recrear en nuestro corazón esa fuerza interior natural, invisible, inexorable que pueda señalarnos dónde está lo bueno, dónde está lo malo, y no solamente señalarlo, sino que lo hagamos realidad con nuestros actos, y no tan sólo en algún final dramático de nuestra vida que nunca sabemos cómo y cuándo llegará, sino que lo hagamos día a día, hora a hora, instante a instante, donde vayamos y donde estemos. Tengamos el valor, no seamos ni ciegos ni tontos. No me refiero a los que tienen la desgracia de serlo, sino a aquellos que por miedo a hablar se vuelven mudos, por miedo a andar se vuelven cojos, por miedo a discutir con una persona se vuelven cobardes, no, no, necesitamos actuar y también saber salir de la máquina del tiempo. Y en la ventana de esa máquina del tiempo hay un águila con las alas abiertas que nos están inspirando el sentido del vuelo, está ayudándonos a levantarnos poco a poco de esta tierra, a ser como Lázaro que resucitó, porque hoy, ayer y siempre Cristo está entre nosotros.

Fragmentos Conferencia TIEMPOS NUEVOS

Jorge Angel Livraga Rizzi-Madrid Octubre 1981

Fotografías: carlosandrescruz.com