martes, 11 de septiembre de 2018

¿SON LOS SUEÑOS SOLO VISIONES INÚTILES?


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La naturaleza  humana  es  un  abismo,  el  cual  la  psicología  y  la  ciencia  humana  en general, han sondeado menos de lo que algunos que nunca han oído pronunciar la palabra  psicología.  Nunca  están  más  perplejos  los  eminentes  censores  de  las Sociedades  Científicas,  que  cuando  son  llevados  cara  a  cara  con  ese  misterio insoluble, la naturaleza interior del hombre. Sin embargo, la clave de ésto, está en el ser dual  del  hombre.  Es  la  clave  que  ellos  rehúsan  usar,  bien  conscientes  de  que  una  vez echada por tierra la puerta del adytum, ellos estarán forzados a dejar caer una a una sus acariciadas teorías y conclusiones finales –habiéndose probado más de una vez que no habían  sido  nada  mejor  que  falsos  pasatiempos,  como  todo  lo  construido  sobre,  y comenzado desde premisas falsas e incompletas. Si debemos quedarnos satisfechos con las  medias  explicaciones  de  la  psicología  en  lo  referente  a  los  sueños  sin  sentido,¿Cómo explicar en tal caso los numerosos hechos de sueños verificados? El decir que el hombre  es  un  ser  dual;  que  en  el  hombre  –para  usar  las  palabras  de  Pablo–  “Hay  un cuerpo natural, y hay un cuerpo espiritual” y que, por lo tanto, el debe, por necesidad, tener  un  doble  conjunto  de  sentidos  –es  equivalente  en  la  opinión  del  escéptico educado, a pronunciar una falacia imperdonable, y de lo más acientífica. Sin embargo, tiene que ser pronunciada– a despecho de la ciencia. El hombre está innegablemente dotado de un doble conjunto: con sentidos naturales o físicos –y que dejamos bajo la protección de la fisiología para que los estudie; y, con sentidos sub–naturales o espirituales, los cuales pertenecen enteramente al dominio de la  ciencia  psicológica.  Que  quede  bien  entendido,  que  la  palabra  Latina  “sub”,  se  usa aquí en el sentido diametralmente opuesto al que, por ejemplo, se le da en química. En nuestro caso no es una preposición, sino un prefijo como en “subatómico”. En efecto, así como  se  ha  demostrado  que  el  sonido  agregado  de  la  naturaleza  es  un  sólo  tono definido, una nota tónica que vibra desde y a través de la eternidad; y que tiene per se una existencia inegable, aunque posea un tono que sólo puede ser apreciado por el oído refinadamente  agudo”1–de  la  misma  manera  la  precisa  armonía  o  disonancia  de  la naturaleza  externa  del  hombre  es  vista  por  el  observador,  que  depende  enteramente del carácter y de la nota tónica tocada para el hombre exterior por el interior. Es el EGO espiritual  o Centro  de  conciencia  Espiritual el  que  sirve  como  base  fundamental, determinando el tono de toda la vida del hombre –ese instrumento, el más caprichoso, incierto  y  variable  de  todos,  y  el  cual,  más  que  ningún  otro  necesita  de  una  afinación constante; es solamente su voz, la cual como los registros graves del pedal de un órgano1 está  por  debajo  de  la  melodía  de  toda  su  vida  –ya  sea  que  sus  tonos  sean  dulces  o desagradables, armónicos o desenfrenados legato o pizzicato. Por  lo  tanto,  nosotros  decimos,  que  el  hombre,  además  del  cerebro  físico  tiene también  un  cerebro  espiritual.  Sí  el  grado  de  receptividad  del  primero  depende totalmente   de   su   propia   estructura   física   y   desarrollo,   por  otro  lado,   está completamente subordinado al segundo, en tanto que es sólo el Ego Espiritual el que puede impresionar más o menos vívidamente al cerebro exterior, con la percepción de las cosas puramente espirituales o inmateriales, ya sea que el Ego se incline más hacia sus  dos  principios  más  elevados,  o  hacia  su  concha  física.  De  aquí  que  dependa  de  la agudeza de los sentimientos mentales del Ego interior, del grado de espiritualidad de sus  facultades,  el  que  pueda  transferir  la  impresión  de  las  escenas  que  percibe  su   cerebro semimaterial, las palabras que escucha y lo que siente, al cerebro del hombre exterior.  Mientras  más  fuerte  sea  la  espiritualidad  de  las  facultades  del  cerebro semiespiritual,  lo  más  fácil  será  para  el  Ego  el  despertar  los  hemisferios  dormidos, mover a la actividad a los ganglios sensores y al cerebelo, y grabar en el cerebro físico,–siempre en completa inactividad y descanso durante el sueño profundo del hombre– la vívida  imagen  del  asunto asi  transferido.  En  un  hombre  sensual,  no  espiritual,  en  uno cuyo   modo   de   vida,   propensiones   y  pasiones   animales   han  desconectado completamente su Ego animal, astral de su “Alma Espiritual” superior; lo mismo que en aquél cuya dura labor física ha desgastado de tal manera al cuerpo material, haciéndolo temporalmente  insensible  a  la  voz  y  al  tacto  del  Alma  Astral,  –durante  el  sueño  los cerebros de ambos hombres permanecen en un estado completo de anemia o completa inactividad. Tales personas rara vez, o quizás jamás en su vida, tendrán algún sueño, y menos  aún  “visiones  que  lleguen  a  ocurrir”. 
 En  el  primer  caso,  al  acercarse  el  tiempo para  despertar,  y  el  sueño  se  hace  más  ligero,  comienzan  a  ocurrir  cambios  mentales, que  constituyen  los  sueños  en  los  cuales  la  inteligencia  no  jugará  parte  alguna;  su cerebro  semidespierto sólo  sugerirá  imágenes  que  únicamente  serán  grotescas reproducciones  borrosas  de  sus  hábitos  desenfrenados  de  vida;  mientras  que  en  el segundo  caso  –al  menos  que  esté  fuertemente  preocupado  con  algún  pensamiento excepcional– su instinto siempre presente de hábitos activos lo despertará al instante a la  completa  vigilia,  sin  ningún  interludio,  y  sin  permitirle  permanecer  en  ese  estados emidormido,  durante  el  cual,  al  comenzar  a  regresar  la  conciencia,  vemos  sueños  de varias clases. Por otro lado, mientras más espiritual sea un hombre, lo más activa será su fantasía, y tendrá mayores probabilidades de recibir en visión, las correctas impresiones que  le  sean  comunicadas  por  su  Ego  que  todo  lo  ve  y  que  siempre  se  encuentra despierto.  Los  sentidos  espirituales  de  éste  último  al  no  estar  impedidos  por  la interferencia  de  los  sentidos  físicos,  están  en  intimidad  directa  con  su  principio espiritual supremo; y éste último, aunque per se sea una parte cuasi inconsciente de lo completamente  inconsciente,  debido  a  que  es  totalmente  lo  Absoluto2 inmaterial2 Respecto a estas enseñanzas, los Teistas argüirán toda clase de salvedades y los Espiritistas darán lugar a  varias  objeciones.  Es  evidente  que  no  se  puede  esperar  de  nosotros  el  que  demos,  dentro  de  los estrechos límites de un corto artículo, una  explicación completa de esta doctrina sumamente abstrusa y esotérica. El decir que la Conciencia Absoluta sea inconsciente de su conciencia, y que por tanto deba ser tiene  sin   embargo   en   sí   mismo  capacidades   inherentes   de   Omnisciencia, Omnipresencia  y  Omnipotencia  las  cuales,  tan  pronto  como  la  esencia  pura  llega  encontacto con la materia pura sublimada, y (para nosotros) imponderable– imparte hasta cierto  punto  estos  atributos  al Ego Astral  en  la  medida  de  su  pureza.  De  aquí  que  las personas altamente espirituales verán visiones y sueños cuando están durmiendo y aún en sus horas de vigilia; esos son los sensitivos, los videntes nacidos naturalmente, ahora vagamente  denominados  “mediums espirituales”,  sin  que  se  haga  ninguna  distinción entre  un  vidente  subjetivo,  un  sujeto neurypnológico,  y  un  adepto,  alguien  que  se  ha hecho independiente de sus idiosincrasias fisiológicas y que ha sojuzgado enteramente al  hombre  exterior  por  medio  del interior.  Aquellos  espiritualmente  menos  dotados, verán  tales  sueños  pero  a  muy  contados  intervalos,  dependiendo  la  precisión  de  esos últimos, de la intensidad de su sentimiento en relación al objeto percibido. Es así como, en este tema de la verificación de los sueños, así como en muchos otros, la ciencia se encuentra ante un problema no resuelto, cuya naturaleza insoluble ha sido creada por su propia terquedad materialista, y su sistema rutinario acariciado por largo tiempo. Porque, o bien, el hombre es un ser dual, con un Ego interior en él, siendo este Ego el “hombre real”, distinto de, e independiente del hombre exterior en proporción a la preponderancia o debilidad del cuerpo material; un Ego real alcance de cuyos sentidos se  extiende  mucho  más  allá  del  límite  otorgado  a  los  sentidos  físicos  del  hombre;  un Ego  que  sobrevive  al  deterioro  de  su  cubierta  exterior  –al  menos  por  un  tiempo,  aún cuando un mal rumbo de vida lo haya hecho fracasar en lograr una unión perfecta con su Centro Superior de Conciencia espiritual, esto es el unir su individualidad con Âtma,(en  cada  caso  desvaneciéndose  la  personalidad);  o  bien–  el  testimonio  de  millones  de hombres abarcando varios miles de años; la evidencia proporcionada en nuestro propio siglo por cientos de los hombres más educados –frecuentemente por las luminarias más grandes de la ciencia– toda esta evidencia, decimos, no valdría nada. Con la excepción de  un  puñado  de  autoridades  científicas,  rodeadas  por  una  ansiosa  multitud  de escépticos y semisabios con conocimientos superficiales que nunca han visto algo, y por lo tanto demandan el derecho a negar todo, –¡el mundo se encuentra condenado como si fuese un gigantesco Manicomio! Tiene sin embargo un departamento especial, y está reservado para aquellos, que. habiendo probado estar en su cabal juicio, por necesidad, deben ser considerados como IMPOSTORES Y MENTIROSOS. ¿Pero, es que el fenómeno de los sueños ha sido entonces estudiado tan a fondo por la ciencia  materialista,  que  ella  ya  no  tiene  nada  más  que  aprender,  dado  que  habla  en tonos tan autoritarios sobre esta materia? Nosotros decimos que de ninguna manera. Los fenómenos de la sensación y la volición, del intelecto y del instinto, se manifiestan todos  ellos  desde  luego  a  través  de  los  canales  de  los  centros  nerviosos siendo  el cerebro el más importante de ellos. Respecto a la peculiar substancia a través de la cual tienen  lugar  estas  acciones  –una  substancia  cuyas  dos  formas  son  la  vesicular  y  la fibrosa, se considera que ésta última es simplemente el propagador de las impresiones enviadas  hacia  y  desde  la  materia  vesicular.  Sin  embargo  aunque  la  ciencia  distingue esta función fisiológica, o es dividida en tres clases –la motora, sensoria y conectora– la misteriosa operación del intelecto permanece tan misteriosa e incomprensible para los grandes fisiólogos como lo era en los días de Hipócrates. La sugerencia científica de que podría  haber  una  cuarta  serie  asociada  con  las  operaciones  del  pensamiento  no  ha ayudado  a  solucionar  el  problema,  ha  fracasado  en  arrojar  el  más  mínimo  rayo  de  luz sobre  el  insondable  misterio.  Ni  jamás  lo  podrán  sondear  al  menos  que  nuestros hombres de Ciencia acepten la hipótesis del HOMBRE DUAL.
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Los especialistas consideran que ese tono es el Fa intermedio, del piano. – Ed. del Theosophist. [H.P.B.]

inconciencia  Absoluta  para  el  intelecto  limitado  del  hombre,  puede  parecer  como    estar  hablando  de  un triángulo cuadrado. – Ed. de Theosophist [H.P.B.]

H.P. Blavatsky

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