"Es poder recrear al hombre, producir una alquimia en cada uno de los hombres, lograr aquello que estaba representado en el atanor alquímico.
ESE HOMBRE AL QUE HAY QUE IR A BUSCAR ES EL HOMBRE INTERIOR, QUE DEBE DESPERTAR Y DEBE TENER HUMILDAD DE CORAZÓN.
El Hombre nuevo debe retomar ese sentido de la historia, ese sentido natural del individuo, con la misma naturalidad con que el agua de lluvia va a la tierra. El hombre nuevo debe ir hacia su destino, debe poder percibir aquello metafísico que está más allá de todos nosotros.
El hombre nuevo lee la naturaleza, lee en sí mismo, mira el cielo, mira las montañas, a sus semejantes. Con una sana intención de interpretar para poder llegar a una verdad, para poder llegar a una verdadera comprensión de las cosas.
Este hombre nuevo debe desarrollar, paralelamente con esta vivencia interior, un nuevo concepto de la convivencia entre los hombres. Corazón con corazón, atreverse a latir todos juntos, a vivir todos juntos. Aceptarnos con nuestras diferencias, con nuestras imperfecciones, con nuestros defectos, por derecho propio espiritual, existir ayer, hoy y mañana, y encontrar el individuo interior.
El hombre nuevo es una concepción histórica y humanista que reconquista el valor para el hombre. El hombre nuevo es un hombre valiente, el hombre nuevo no hace culto a la fealdad, ni a la cobardía, sino a la belleza y al amor.
Platón decía que el individuo era aquello que no se podía dividir, aquello que no se podía corromper. Si nosotros volvemos a encontrar ese individuo interior, aquello que no se puede corromper, estamos en un camino místico y religioso, aunque no tengamos la bendición de nadie. Cuando las religiones formales pierden este concepto de respeto por el individuo y respeto por cada persona, agonizan, mueren, comienzan a estratificarse y a cristalizarse.
Hay un pensamiento cósmico que nos rodea, que dio belleza a las flores, la posibilidad de sobrevivir a los animales débiles, está en el hombre nuevo que proponemos. Un hombre nuevo, del que no importa la edad física que tenga, pero un hombre nuevo que pueda valorar la belleza, que pueda no solamente entender el bien, sino hacer el bien.
Un hombre que sienta una especie de imperio de bondad en el mundo, en el sentido de la bondad hacia todos, una actitud bondadosa con los hombres, con las cosas, con los animales, con las plantas.
Este hombre puede crecer dentro de cada uno de nosotros como si fuese una rosa. Aquellos que ya tienen ese hombre nuevo dentro, sienten el perfume de esa rosa, y ven las cosas con un sentido de belleza, con un sentido de inmortalidad.
Ese hombre nuevo que puebla nuestros sueños, ese hombre nuevo que se escapa por las plumas estilográficas cuando escribimos, ese hombre que anda por las calles y que ve las cosas, pero que no se atreve a veces a registrarlas. Hay que robustecer a ese hombre interior, hay que atreverse a levantarse, a subir la montaña espiritual.
El hombre viejo ha olvidado esa vida natural de saber de dónde viene, y adonde va. Nosotros venimos del misterio, venimos de lo metafísico, venimos de Dios.
fragmentos de Conferencias:
JORGE ANGEL LIVRAGA
"MAGIA, RELIGIÓN Y CIENCIA PARA EL TERCER MILENIO" Edit. NA
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