martes, 12 de mayo de 2020

KARMA, SKANDHAS, Justicia...

Celebra el Día mundial de la naturaleza llevando una vida ...

Esforcémonos  por  cultivar  un  amor  universal,  que  indudablemente  tenderá  a  las  buenas  acciones,  las  únicas  herramientas  con  las  que  podemos  pintar  nuestros  perfectos  retratos  al  morir.

KARMA,  TANHA  y  SKANDHAS  son  la  trinidad  todopoderosa  en  unoy  la  causa  de  nuestro  renacimiento.  La  ilustración  de  pintar  nuestra  propia  semejanza  presente  en  la  muerte, y esa semejanza que se convierte en la personalidad futura es muy poética y gráfica, pero  la  reclamamos  como  una  enseñanza  oculta.  En el momento solemne de la muerte, ningún hombre puede dejar de verse a sí mismo bajo sus verdaderos colores, y ningún engaño a sí mismo le sirve para nada más. Desde allí sucede lo siguiente. Como en el instante de ahogamiento, el hombre ve pasar todo  el  tiempo  de  su  mente,  con  todos  sus  eventos,  efectos  y  causas,  hasta  el  más  mínimo  detalle, de modo que en el momento de la muerte se ve a sí mismo en toda su desnudez moral, sin adornos, ya sea por adulación humana o auto adulación, y, tal como es; por lo tanto, como él, o mejor dicho, como su doble astral combinado con su principio Kama será. Ya que los vicios, los defectos y especialmente las pasiones de la vida precedente se convierten, a través de ciertas leyes de afinidad y transferencia, en los gérmenes de las potencialidades futuras en el alma animal (Kama rupa), y por lo tanto de su dependiente, el doble astral (linga sarira) –en  un  nacimiento  posterior.  Es  la  personalidad  sola  la  que  cambia;  el  verdadero  principio  reencarnante, el EGO, permanece siempre igual; y es su KARMA el que guía las idiosincrasias y los rasgos morales prominentes de la vieja «personalidad» que era (y que el EGO no sabía cómo controlar), para volver a aparecer en el nuevo hombre que será. Estos rasgos y pasiones persiguen y se adhieren en los todavía plásticos principios tercero y cuarto del niño, y–a menos que el EGO batalle y venza–se desarrollarán con una intensidad diez veces mayor y llevarán al hombre adulto a su destrucción. Porque son ellos quienes son las herramientas y las armas de la LEY DE RETRIBUCIÓN kármica. Por lo tanto, el Príncipe dice muy sinceramente que nuestras acciones buenas y malas «son las únicas herramientas con las que pintamos nuestras semejanzas  al  morir»,  porque  el  nuevo  hombre  es  invariablemente  el  hijo  y  la  progenie  del  viejo hombre que fue.

«Las  acciones  nocivas  se  duplican  acompañadas  de  una  mala  palabra»,  ni  tampoco puede evitarse o suprimirse un mal general, haciendo el mal uno mismo. escogiendo un  chivo  expiatorio  para  la  remisión  de  todos  los  pecados  de  la  humanidad.  De  aquí  que,  nosotros  acusemos  a  esas  comunidades,  pero  no  a  sus  unidades;  señalamos  la  podredumbre  de nuestra jactanciosa civilización, indicando cómo conducen a ella sus perniciosos sistemas de  educación,  mostrando  los  fatales  efectos  de  estos  sobre  las  masas

Un verdadero teósofo debe ser un cosmopolita de corazónDebe abrazar a la humanidad, a toda la humanidad, en sus sentimientos filantrópicos. Es más elevado, y con mucho, más noble, el ser uno de aquellos que aman a sus semejantes, sin distinción de raza, credo, casta o color, que ser meramente un buen patriota, o aún menos un partisano. El medir con una medida a todos, es más santo y más divino que, ayudar a su país en sus ambiciones privadas de agrandamiento, lucha o guerras sangrientas en nombre de la CODICIA y el EGOISMO. Se nos dice que «la censura severa es un deber para con la verdad». Y esto es así; a condición, sin embargo, de que uno censure y luche en contra de la raíz del mal y no gaste su furia tratando de derribar las flores irresponsables de su planta. El horticultor prudente desenraizará las yerbas parásitas, y apenas perderá su tiempo usando las tijeras de su jardín para cortar las puntas de las yerbas venenosas. Si un teósofo, fuese por casualidad funcionario público, juez o magistrado, abogado o incluso predicador, entonces sería desde luego el deber para con su país, su conciencia y con aquellos que  han  confiado  en  él,  «el  denunciar  severamente»  todo  caso  de  «traición,  falsedad  y  bribonería» aún en la vida privada; pero –nota bene– solo si se le pide o se le llama a ejercer su autoridad legal, y, no de otra manera. Esto no sería ni «hablar mal» ni «condenar«, sino trabajar  verdaderamente  por  la  humanidad;  tratando  de  preservar  a  la  sociedad  de  la  cual  es parte, para que no sea engañada y protegiendo la propiedad de los ciudadanos confiada a su  cuidado  como  funcionario  público,  para  que  no  le  sea  arrebatada  temerariamente.  Pero  incluso entonces el teósofo podrá hacer valer sus derechos como magistrado. mostrando su misericordia al repetir como el severo juez de Shakespeare: «Demuestro mucho más cuando muestro  justicia».  

Este  hábito  de  hablar  de  manera  no  caritativa  de  nuestros  semejantes  y  hermanos  a  toda  oportunidad;  es  un  cáncer  moral  que  ha  corroído  tan  profundamente  el  corazón de todas las clases de la Sociedad desde la más baja hasta la más alta, ¡que ha conducido a sus mejores miembros a sentir poca confianza en sus propias lenguas! Por la mera fuerza de hábito, no se atreven a confiar en ellos mismos, que se abstendrán de criticar a otros. Este es un «signo de los tiempos» totalmente siniestro. 

En verdad, la mayoría de nosotros, de cualquier nacionalidad, hemos nacido y hemos sido criados  en  una  densa  atmósfera  de  chismes,  críticas  no  caritativas  y  censura  al  por  mayor.  Nuestra educación en esta dirección comienza en la casa de cuna. donde la enfermera en jefe odia a la aya. esta última odia a la institutriz y a las demás enfermeras y sin importar la presencia de los «bebés», y de los niños, refunfuñan incesantemente en contra de los jefes, criticándose entre  sí,  y  haciendo  observaciones  descaradas  de  cada  visitante.  El  mismo  entretenimiento  nos  sigue  en  el  salón  de  clases,  ya  sea  en  casa  o  en  la  escuela  pública.  Alcanza  la  cima  del  desarrollo ético durante los años de nuestra educación e instrucción religiosa práctica. Somos embebidos hasta los tuétanos con la convicción de que, aunque hayamos «nacido en pecado y  total  depravación»,  nuestra  religión  es  la  única  que  puede  salvamos  de  la  condenación  eterna, mientras que el resto de la humanidad está predestinado desde las profundidades de la eternidad al inextinguible fuego del infierno. Se nos enseña que el calumniar al Dios de todo otro  pueblo  y  religión  es  un  signo  de  reverencia  para  con  nuestros  propios  ídolos  y  es  una  acción meritoria. 


Ningún hombre honesto. y menos aún un Teósofo. podrá pasar por alto las siguientes líneas de Horacio:
Aquel que insulta o se burla de sus amigos ausentes,
O que no los defiende al oír que los difaman:
Anda contando chismes y causa el descrédito de sus amigos.
Ten cuidado de él, porque de seguro ese hombre es un BRIBON 



H.P. Blavatsky (Obras completas)

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