jueves, 15 de noviembre de 2018

El arquetipo Hestia como centro espiritual

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Es con Hestia con quien deseamos estar cuando anhelamos tener tiempo para pasarlo a solas, cuando la soledad es un santuario y el alma reina en el fondo de nuestro ser. Si sabemos que el fuego simbólico de Hestia es el centro espiritual o la presencia interior que ilumina y acoge cuerpo y mente, nos embargará la sensación de hallarnos en paz con nosotras.

Cuando una mujer es completa en sí misma, sus acciones tienen sentido para ella y no le preocupa lo que piensen los demás.
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El espacio de HESTIA

Como arquetipo, Hestia representa una presencia o una energía femenina invisible que impregna una situación, un lugar o una mente y lo transforma en un lugar sagrado. El fuego del hogar de Hestia se relaciona con el alma y la casa, con la entidad más que con la acción. Su sabiduría es la sabiduría de sentirnos equilibradas y dueñas de nuestras emociones, que son generosas y en absoluto posesivas. Es el arquetipo que asociamos a la plenitud del alma o al punto de quietud que albergamos en el interior de nuestra mente.

En su presencia y en su entorno siempre sereno los demás se limitan a existir. Cuando se entra en el espacio de Hestia, las comparaciones y la competitividad se dejan en la puerta.

Es posible llegar al hogar.

"Hogar" es un destino psicológico donde conectarnos con un centro espiritual, al igual que, en la antigua Grecia, el hogar era un lugar sagrado al que regresar porque Hestia estaba allí. Como símbolo del Sí-mismo o centro de la personalidad experimentamos a nuestra propia "Hestia" como ese centro interior de quietud que se asocia con el sentido de plenitud.

Puede ser literalmente el hogar, un lugar de paz y soledad, los brazos de otra persona, un deporte, el trabajo, un lugar de adoración o la naturaleza. Dondequiera que estemos y en cualquier momento en que nos encontremos "en casa", también hallamos armonía y beatitud.
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En Roma era venerada como la diosa Vesta. El fuego sagrado de Hestia vinculaba a todos los ciudadanos de Roma como miembros de una misma familia. Las vírgenes vestales eran quienes atendían el fuego sagrado, las cuales encarnaban la virginidad y el anonimato de Hestia.


fragmentos de LOS DIOSES DE CADA HOMBRE y
LAS DIOSAS DE LA MUJER MADURA
Jean Shinoda

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