Los hombres de todas partes están cansados de desconcierto, de violencia, de un culto a algo que no existe. Han reemplazado a Dios con palabras; han reemplazado a la virtud con el error; han reemplazado los valores espirituales profundos con la simple agresión; han reemplazado el poder estar frente a la vida, con protestas inútiles. ¿Y quiénes protestan? La protesta es propia de los esclavos; la acción es propia de los hombres libres. Los que tienen manos y corazón no necesitan protestar, hacen. Y lo fundamental es hacer Historia. Debemos entender que, como hombres, tenemos un pasado, y que debemos hacer penetrar hondamente las raíces de nuestra cultura en el pasado para afincarnos sólidamente, para sostenernos ante los vientos. Tal como un árbol, cuanto más profundas son sus raíces, más grueso podrá elevarse su tronco; y aún si viniese la noche, nuestros árboles estarían tan altos que podrían ver las estrellas.
No solamente necesitamos ese sentido de verticalidad hacia arriba y hacia abajo, sino también, necesitamos tener fortaleza en nuestras convicciones.
Nosotros decimos que el hombre no es una mancha de aceite, afirmamos que el hombre es una llama de fuego y que ha nacido para elevarse, para llegar arriba y dar luz; para perderse en el espacio infinito, no sin antes haber alumbrado la tierra y haber quemado la madera que le sostiene.
El hombre debe tener fuerza interior, debe tener sentido de juventud. La juventud no es un problema de cabello blanco o negro. La juventud está en el corazón y nosotros tenemos un corazón joven, y tenemos el valor de decir lo que sentimos y de hacer lo que la necesidad histórica nos impone.
Que nadie se sienta solo, que nadie se sienta pobre, porque nadie es pobre ni está solo, llevando consigo a Dios"
Jorge Angel Livraga Rizzi- 1976-fragmentos
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