La persona sabia respeta los peligros potenciales que se hallan en las tierras salvajes. Los glaciares árticos y las nieves cegadoras tienen su propias maneras de infundir respeto. Los desiertos de la Madre Tierra pueden volver locos y deshidratar a la gente que olvide el fuerte viento y otras criaturas mortales. Las súbitas tormentas en los océanos, los tornados en las llanuras, los violentos diluvios de los monzones y el retumbar de los terremotos advierten que las señales de peligro deben tomarse seriamente. El clima puede ser mortal.
Los seres humanos han aprendido con el tiempo a usar su buen juicio y su instinto primitivo si quieren sobrevivir. El mundo moderno ha agregado una nueva serie de peligros, los asesinos invisibles de la radiación y la contaminación. El crimen y la violencia han destrozado muchas vidas. Los abusos espirituales, sexuales, físicos y emocionales también han tenido su efecto en el bienestar de la humanidad.
¿Es por falta de amor propio que los humanos no han aprendido a reconocer estos peligros y a corregirlos? ¿O es la desesperación la que impide que los humanos se alejen del camino del peligro? Las soluciones no son simples. El pilar básico para recobrar nuestra sabiduría y humanidad es siempre el mismo: respeto por toda vida, respeto por Uno mismo. Ninguna solución puede prosperar sin la integridad y el respeto básicos por todas las partes de la Creación. Si perdemos la capacidad de respetar toda vida, habremos dado nuestra autoridad y permiso para que reinen la degradación y el peligro.
fragmento de
LA MEDICINA DE LA TIERRA
JAMIE SAMS
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